Nuestra aventura comienza al amanecer, partiendo desde Cordes sur Ciel. Llevados por los vientos, volamos sobre los ondulados paisajes de nuestra bella Toscana occitana. El silencio que nos envuelve, la luz de la mañana, los jirones de niebla que se deshilachan… Este vuelo en globo nos ofrece una experiencia única, reconectándonos con la naturaleza y el momento presente de una forma indescriptible.
Cordes sur Ciel al amanecer
Nos vemos al amanecer. Todavía está oscuro cuando nuestro pequeño equipo de la Oficina de Turismo se reúne al pie de la ciudad medieval, en el campo de fútbol de Cordes. El silencio es total, sólo perturbado por el paulatino despertar de la naturaleza. La niebla de la mañana se disipa lentamente, mientras la luz blanca del amanecer ilumina poco a poco el campo. Unos cuantos ciervos cruzan sigilosamente el campo vecino. A lo lejos, nuestra majestuosa ciudad en la cima de una colina parece flotar sobre su lecho de nubes, justificando más que nunca su nombre de “Cordes sur CielEs principios de abril y el aire todavía es fresco. Llegan cuatro camionetas remolcando dos globos aerostáticos. Es en este encantador entorno donde nos preparamos para vivir nuestro primer vuelo en globo.
Preparación del vuelo
Nos sorprenden las impresionantes dimensiones del equipamiento: una cesta de mimbre de aproximadamente 2 metros por 1,50 metros y un enorme sobre de lona cuidadosamente doblado. Bernard, nuestro piloto experimentado y ex instructor de vuelo, nos da una cálida bienvenida. Desde la cesta todavía en el suelo, nos explica las instrucciones de seguridad esenciales: evitar inclinarse, no correr riesgos en las fotos y adoptar la posición correcta en caso de turbulencias.
Luego comienza la preparación. El equipo inclina la canasta hacia un lado y desenrolla cuidadosamente el sobre antes de asegurarlo de forma segura. Todos participamos en esta configuración: tenemos que sujetar, tirar y desplegar con cuidado. El globo es impresionante: 26 metros de alto y 20 metros de ancho, con un volumen de 4 metros cúbicos: ¡imagínense dos piscinas olímpicas o un pequeño edificio!
El ventilador comienza a inflar la lona. Una vez que el sobre está parcialmente inflado, experimentamos un momento mágico al sumergirnos en ese “vientre” de tela, una vasta catedral de lona azul atravesada por suaves sonidos de estallidos. Bernard entonces enciende el quemador y el aire caliente comienza a enderezar lentamente el globo y luego la canasta. El espectáculo es impresionante: el globo aerostático se yergue orgulloso en el centro del estadio, dispuesto a llevarnos.

A bordo estamos seis pasajeros y Bernard. Nos distribuimos en los compartimentos de la góndola, separados del espacio reservado para el piloto y su equipo. La comodidad nos sorprende: el capazo acolchado, la cálida sensación del mimbre bajo las manos, la visión de 360° completamente despejada y el balanceo suave y regular crean una sensación sorprendentemente tranquilizadora. Incluso los más ansiosos entre nosotros se sienten perfectamente a gusto.





Una subida suave
Nuestro globo aerostático se eleva con una lentitud tranquilizadora, ofreciéndonos una vista excepcional de Cordes sur Ciel bañado por la luz de la mañana. Descubrimos la ciudad como nunca antes: encaramada en su cresta, con sus calles estrechas, sus
tejados de color ocre y sus murallas protectoras. El viento se convierte en nuestra única guía. Nos deslizamos suavemente hacia el norte, hacia las gargantas del Aveyron.
Lo primero que llama la atención es el silencio. Un silencio casi absoluto, interrumpido únicamente por el canto de los pájaros y el ligero susurro de las hojas de abajo. El quemador, activado de forma intermitente para mantener la altitud, es el único “ruido” que nos acompaña: su zumbido regular rápidamente se vuelve familiar y tranquilizador.

Rumbo a las gargantas del Aveyron

Bernard, apasionado, comparte con nosotros su conocimiento de las nubes altoestratos que forman un mosaico sobre nuestras cabezas. Nos muestra cómo leer los movimientos del aire y detectar corrientes favorables.
Gracias a sus explicaciones, nuestro vuelo se convierte también en una auténtica lección de aeronáutica. Volamos sobre la campiña toscana occitana con sus suaves colinas verdes, sus campos de formas geométricas y sus árboles que comienzan a florecer.
La primavera va llegando lentamente, vistiendo el paisaje de suaves verdes.
Pasando por el pueblo de Mouzieys-Panens, admiramos su puente arqueado y sus pequeñas casas alineadas. Nuestra cesta desciende ligeramente.
Intercambiamos miradas cómplices mientras señalamos nuestros descubrimientos: aquí niños que nos saludan con entusiasmo, allí un grupo de ciervos cruzando un prado o incluso un majestuoso ciervo en su soledad. Es difícil describir esta sensación de plenitud que nos invade: todos saborean este momento raro y atemporal. En el horizonte, los acantilados de las gargantas del Aveyron aparecen poco a poco entre una niebla ligera y persistente. Ante esta inmensidad nos sentimos muy pequeños, pero increíblemente vivos.

Siéntate en paz
El viento nos guía hacia un valle cercano donde Bernard prepara el desembarco con tranquilizadora tranquilidad. Sin estrés, sin prisas. Reduce la potencia de los quemadores y ajusta nuestro descenso. Nuestro punto de aterrizaje es una pradera bordeada de arboledas, con un cerezo solitario en su centro.
El globo aerostático toca suavemente el suelo. Parte del equipo técnico, que nos seguía en un vehículo, desciende y sujeta la cesta, orientándola con precisión. Abandonamos el barco, mientras Bernard, todavía a bordo, maniobra para el desinflado metódico del globo.





El plegado es un momento de compartir y convivencia. Juntos, doblamos y guardamos el imponente sobre, como si cerráramos delicadamente un libro después de una bella historia. El ambiente es alegre, casi festivo. El equipo técnico nos felicita y bromea. El vuelo ha terminado, pero la experiencia continúa.
La copa de la amistad, la tradición de los aeronautas
Regresamos a una agradable zona de picnic en Mouzieys-Panens. Bernard saca de una cesta algunas botellas de vino espumoso Gaillac, el famoso método ancestral de nuestra región. Nos habla luego de una tradición nacida en el siglo XVIII: los primeros aeronautas tomaban champán para calmar a los campesinos sorprendidos al ver estas extrañas máquinas aterrizar en sus tierras. Hoy en día, este momento de compartir se ha convertido en el símbolo de un vuelo exitoso y un ritual de bienvenida en la comunidad de entusiastas del aire.

Chocamos nuestras copas, todavía imbuidos de las sensaciones e imágenes de nuestro viaje. Este vuelo en globo aerostático es una experiencia verdaderamente excepcional: la emoción de la salida, la maravilla de los paisajes vistos desde arriba, la sensación de libertad en el vuelo, la serenidad del silencio, la complicidad compartida con el equipo... todo contribuye a crear recuerdos inolvidables.
Si busca una forma original de descubrir nuestro territorio, de ganar altura sobre nuestra magnífica región y vivir una experiencia auténtica, no dude en regalarse este momento suspendido en el aire. Un interludio atemporal que te conectará profundamente con la naturaleza y los elementos, al tiempo que te ofrecerá una perspectiva única sobre los tesoros de nuestra Toscana occitana.
¿Cómo organizar un vuelo en globo aerostático?
Estar en contacto con ABC de los globos aerostáticos subir a bordo de un globo aerostático.
¿Cuáles son las mejores condiciones climáticas para un vuelo en globo aerostático?
Los vuelos suelen confirmarse la noche anterior: son las condiciones meteorológicas las que determinan la viabilidad del vuelo. Las condiciones favorables son: viento mínimo de 18 km/h, sin precipitaciones.
¿Cómo equiparse para un buen vuelo?
Dependiendo del clima, lleve una botella de agua, protector solar y ropa abrigada. Y si eres alto ¡usa gorra! Esto es para protegerse del calor de los quemadores.
Y en todos los casos nos vestimos con fibras naturales o con ropa ignífuga.
¿Puedo realizar un viaje en globo aerostático si tengo miedo a las alturas?
Algunas personas del equipo tienen miedo a las alturas. Pero durante el vuelo no sentí ninguna sensación de mareo. De hecho, no es posible tener este inconveniente porque la cesta no está fijada al suelo.
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