A pocos kilómetros de Gaillac, en dirección a Cahuzac-sur-Vère, descubra un pequeño pueblo de piedras blancas, una pequeña isla de tranquilidad en medio de un océano de viñas que se extienden hasta donde alcanza la vista.
Vestido todo de blanco
En la ladera de una colina, Broze muestra sus más bellos esplendor en piedra blanca y se ilumina al ritmo de las luces y las estaciones. Desde este tranquilo pueblecito se adivina un pasado bélico al atravesar la puerta ojival encajada entre dos enormes torres que evocan instantáneamente el aspecto defensivo de sus antiguas murallas.
En la Edad Media, el pueblo contaba con defensas naturales reforzadas por un foso excavado en la roca. Las casas se agrupaban alrededor del castillo y se apretujaban en un recinto perforado por esta única puerta ojival. El edificio contiguo, hoy sede del Ayuntamiento, muestra vestigios de esta época en la organización de los huecos y molduras.
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